lunes, 4 de noviembre de 2013

Cuando Núvol decidió no volver...

En el piso del Raval de Barcelona había patio, allí vivía un gato callejero, Smelly, le llamábamos y convivía con los gatos de otros vecinos cuyas casas daban a ese lugar.

Núvol no podía verlos porque nuestro piso daba a la calle, pero ahí estaba yo para solucionarlo... Le bajaba de vez en cuando para que pudiese andar entre las plantas y observar a otros gatos. Así soy yo. 

Él solía acabar escondido debajo de un matorral y yo solía acabar arañada al sacarlo. Así es él.

Núvol, saludando a Smelly

Lo que sí le gustaba era salir a pasear. Ya lo explicó aquí. Yo le abría la puerta de casa y él se iba a dar una vuelta. Casi siempre se quedaba en una ventana de la escalera del edificio que daba al patio. También le gustaba trastear por el cuarto de los contadores.

Cuando se hacía tarde, le llamaba y subía corriendo; si estaba muy entretenido, se hacía el sordo y yo bajaba a por él.

Pero hubo un día que no volvió y yo lo busqué y llamé mucho rato. Al final me tuve que ir a trabajar con un
susto muy grande en el cuerpo. Había visto salir a unos vecinos con maletas y temía que se hubiese metido en su casa y ahora a ver cómo lo sacaba yo de allí...

Pedí permiso para poder volver a casa a la hora de comer y le pregunté a la señora que limpiaba la escalera, sí lo había visto. Ahí estaba, en el cuarto de contadores. Asustado y enfadado por haber tenido que pasar el día fuera...

Le tuve castigado una semana, por más que lloraba, yo no le dejaba salir. Pero, después, todo volvió a la rutina habitual.

Pero, a los dos meses, volvió a pasar. El gato no aparecía. Ese día me fui al colegio resignada. Ya veríamos... Al rato me llamaron al teléfono: Núvol estaba en su casa. Pues ahí se iba a quedar hasta la tarde. Compartiendo hogar con otro gato y un perro. Lo encontré debajo del sofá. Lo mejor fue la narración de la vecina:
"Escuchaba maullar desde mi cama y llamé a mi gato que vino a mi lado, pero seguía escuchando. Entonces, vi pasar un gato por mi pasillo. Me asusté y llamé a mi marido. Él me preguntó cómo era y tras mi descripción me dijo:
-Es el gato de la vecina de abajo. -Me llamaron porque llevaba una chapa con su nombre y mi número"

Poco después dejó de salir porque llegó Pucca y ella lloraba cuando él se iba, además yo ya temí que tenía intenciones de no volver más.


Otros gatos con dotes de camuflaje similares a las de Núvol:




2 comentarios:

  1. jajajajjaaj castigado sin salir ea! yo a Sofía no le puedo dejar salir es sorda y no me escucharía al llamarla.....

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    1. Da igual si la llamas. Los gatos "pasan". Nuvoletto ya no sale. Se acabó lo bueno... Aunque en Navidad casi se queda fuera de casa por listo.

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