miércoles, 30 de abril de 2014

Juguetes vintage

El primer regalo que recuerdo fue un gusano correpasillos. No sé si era Navidad, sólo sé que yo era tan pequeña que no desperté sabiendo que me esperaban regalos. Me hizo mucha ilusión. Jugué muchísimo con él. Recorría el pasillo de casa de mis padres ñiguiñogui-ñoguiñigui, debía ser un placer auditivo.

El año pasado vi otro igual en una juguetería, me alucinó. En Navidad fui a interesarme por él. 150 euros. Aluciné más. Seguirá esperando por laBebé o ella por él...



No recuerdo cuándo llegó, pero yo siempre tuve un Oso Peposo. Un peluche marrón que tenía el puño
cerrado y se podía meter el pulgar en la boca. Sabía que era mío, muy mío. Junto con los Playmobil ha sido el juguete que más he querido y cuando supe que estaba embarazada, lo hice viajar hasta Gijón. En una caja llena de ropa para bebé. Lo lavé y se dispuso a esperar.

Yo no creía que fuese a tener mucho éxito ya que hay otros más nuevos e infinitamente más bonitos. Pues a laBebé le encanta. Juega muchísimo con él, lo abraza, le da besos, lo pasea en cochecito. El domingo lo vio enterrado bajo una manta y salió corriendo a rescatarlo.

Me llama mucho la atención y me encanta. Siempre he creído en el alma de los juguetes (como en Toy Story) y me emociona saber que mi Peposo tiene una segunda infancia.


En la primera imagen, el gusano que no compraré en la juguetería. La segunda es el Peposo en manos de laBebé.

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