jueves, 27 de febrero de 2014

La otra familia de Peggy

Ayer publiqué una foto de Peggy en Instagram y me ha comentado la anterior propietaria.

No la que la abandonó, sino la que la protegió, cuidó y mimó hasta que encontró una familia que tuviese la suerte de adoptarla. Aquella fue su familia de acogida.



Peggy estuvo mucho tiempo en la calle en Utrera y la alimentaban los vecinos. Después, desapareció llegó cansada, mal y embarazada. Alguien llamó entonces a la Protectora Ddevida que la recogió. 

En la mayoría de los casos intentan colocar a los animales en hogares de acogida para que estén más

lunes, 24 de febrero de 2014

Un baño de asturianeidad

Este viernes cené con amigas. Lo pasamos estupendamente. Charlamos sobre todo. Y una de ellas habló del vídeo del niño noruego que pasa frío. Comentamos, por encima, que a la gente le cuesta reaccionar y blablabla.

El sábado por la mañana fui a comprar cachopos con Peggy y laBebé. Hay una carnicería a veinte minutos a pie que los hace muy ricos y al señor elPapádelaBebé le gustan mucho. De ida, la marea estaba alta y no podíamos bajar a la playa.

A la vuelta, vi que había bajado el mar a la altura de la escalera 7 y aproveché la rampa para llegar a la arena con laBebé dormida y que Peggy pudiese correr un rato. Le encanta. Iba yo pensando en lo curioso que me resultaba siempre la marea a mí que soy mediterránea y estaba muy orgullosa de haberla empezado a conocer y controlar.

En la playa hay rampa para acceder en la escalera 2, 7 y 8. Al llegar a la escalera 3 (la más cercana a nuestra casa), evalué la situación:

  1. Podía subir por la 3. Escalones como hasta un segundo piso. Lo hacemos algunas veces, pero ahora (además) está rota por el temporal y tiene algún peldaño más complicado.
  2. Seguir hasta la 2 y subir por la rampla tan ricamente. Había unos diez metros hasta la línea de mar.
Opté por la 2. ERROR. Empecé a empujar el carro y a media distancia (deben ser 100 metros en total) vi que venía una ola un poco más larga. Si me pasa sola (con Peggy) doy un saltito y me refugio en una roca hasta que pasa. Esta vez era una opción inviable.

Asumí mojarme los pies. Eso pasó enseguida, pero venía una serie. Así que debía buscar salida para que la niña no lo notase. Peggy se refugió inteligentemente sobre una piedra cerca nuestro. Yo empecé a tirar de la silla en dirección contraria a la escalera 2 porque arrastra mejor y porque al pie de la rampla hay una pequeña hondonada y se suele hacer un poco de barullo acuático.

Era la 1 del mediodía y el Muro estaba a tope de gente. Mucha de ella nos miraba. NADIE bajó a ayudarnos. Quedaron observando cómo una mamá tiraba de un carro de bebé (con la sospecha de que hubiese uno en su interior) hasta salir de las olas.

No fue para nada grave. Me mojé hasta la rodilla y la niña y la silla quedaron secas. La levanté cuando fue necesario. Al llegar a la zona seca (escalera 3), bajaba un señor de unos 60 años en chándal (gracias) que venía a echarme una mano. Acarretó bebé y carro conmigo hasta arriba. También llegaba un chico de unos 30 años con su perro que no hizo ningún ademán de ayudar, pese a haberme visto. Ya en el Muro, se acercaron dos señoras de 70 a preguntar cómo estaba. Nada más. Nadie más. Nos debieron ver más de veinte personas. Miré hacia arriba y las vi.

Me descalcé y me fui para casa. Con la niña, Peggy y el cachopo, sanos y salvos. Allí lloré, de vergüenza, disgusto y frustración. La sensación me duró un rato.

Eso me hizo acordarme del vídeo, que yo no había visto. De cómo podemos no ayudar a alguien que parece necesitarlo. Sea grave o no. Está claro que mi situación no mostró peligro en ningún momento, pero sí incomodidad y apuro. La semana anterior, en un tren, una mujer se puso a llorar. Hubo silencio, nadie dijo nada. Sólo la pasajera de su lado intentó calmarla. En cambio, elPapá sí ayuda, le he visto hacerlo. Correr tras un carterista en el centro o ayudar a sacar a un chico que se había desmayado en el cine. Eso le dije entre lágrimas. Ojalá hubiese más gente como él.

Pues he hecho algo. Intento no mirar hacia otro lado. Acabo de hacerme socia de ACNUR. La aportación es pequeña, pero siempre es menos que nada. Llevaba meses pensando en ello. Ya lo soy de Intermón y Médicos sin Fronteras; también colaboro con el Teaming con dos Protectoras de Animales (las que me han proporcionado mis ángeles perrunos). Una más.



En la primera imagen, un posible disfraz para laBebé ahora que llega el Antroxu. En la segunda, seres mirones que no intervienen (aunque estos sí se ptrotegen entre ellos). Ahora va la importante:



Por cierto, sé que si laÀviadelaBebé lee este post me llamará para reñirme por insensata y haber arriesgado a la niña. Cuñao, no se lo digas a tu madre que las broncas de la suegra, las llevo peor. ;-)


lunes, 17 de febrero de 2014

Vecinos


La imagen con la que abro el post es la calle y edificio en el que vivía en el Raval de Barcelona. Un lugar peculiar, pero en el que estuve muy a gusto y donde mejor me llevé con mis vecinos.

Era un edificio muy grande, con siete puertas por rellano. Todas las viviendas eran iguales, pero con distribución inversa. Salón-cocina, dos dormitorios, recibidor, un baño y balcón. Por lo que la mayoría de inquilinos éramos personas en las mismas circunstancias: jóvenes y sin hijos. 

Además, había un patio común (en la foto se ve) y terraza. Núvol explica su experiencia en el edificio en un post.

Allí tuve buena relación y alguna que otra anécdota con los vecinos. Al de la puerta de enfrente le llamaba el vecinotíobueno y siempre tenía su interés encontrarlo a las ocho de la mañana. Charlábamos en el ascensor camino del garaje. Él llevaba un Mercedes deportivo y yo, mi Aygo.

Con otro de ellos, paseábamos los perros. Él tenía un cocker que se llevaba muy bien con Pucca. Como hice al llegar, el día que me marché pasé a despedirme de ellos.


Més val un veí a la porta que un parent a Mallorca me dijo un día la señora que vive enfrente de mis padres. Toda la vida compartiendo edificio. La relación es cordial, como con casi todo el edificio. Son once vecinos con poca rotación, diríamos. Había niños (ahora ya han crecido como yo), pero nunca jugamos juntos. Yo envidiaba un poco los compañeros que iban al piso de al lado a jugar con vecinos. Los míos ni iban al mismo colegio que yo (el público de delante de casa, ellos iban a concertados). Hice de canguro un año a los niños del 1º, ahora ya son universitarios, pero poco más. No me tocó un vecindario muy dicharachero.


En cambio, en Altafulla, sí tuvimos un gran vecindario. De jugar juntos. Dormir en casa de los otros. Reír. Empezar a salir de noche. Contarnos las cosas. Ir a la playa. Tengo muy buenos recuerdos de él y de ellas. Me alegra saber que les va bien. Facebook, ¡qué majo eres!


¡Y el primer piso compartido! Vaya tela... Estábamos en el mismo rellano que la hermana del propietario del

miércoles, 12 de febrero de 2014

La verdad de Núvol: técnicas de dominación mundial I (el desayuno)

El pasado 2 de julio empezó una serie de artículos que vienen a contradecir el estilo alegre-divertido que intenta tener este blog. El autor es Núvol y siempre están escritos desde el odio más sincero y honesto.

El desayuno es mi comida favorita del día (y la de miEsclava, pero este no es su blog). A esta hora es a la que me dan mi chuche de todos los días. Yo la tomo con interés y es lo único por lo que muestro un verdadero aprecio. 

Ese tentempié es el que me ayuda a pensar a diario en cómo lograré cambiar la situación y volver a ser el dueño y jefe de esta casa, después del edificio, la ciudad ¡y el mundo! Gatos planetarios ha llegado mi momento.


Ya expliqué mi antigua situación en otra entrada por lo que no voy a insisitir. Ahora ha mejorado un poco mi desgraciada vida y vuelvo a tener aperitivo gatuno cada mañana. ¿Cómo conseguirlo? Pues maullando, que la humana no es muy lista y se puede olvidar.

Lo importante es perseguirla desde que saca su pie de la cama. Maullar, mirar con desprecio, perseguir, maullar, dar una vuelta a su alrededor (sin tocar), maullar, seguirla hasta la cocina, maullar, subir a un mueble, alinearse con su cara, maullar, provocar contacto visual, maullar. Muy sencillo.

El problema es la hora. Entre semana hay un horario marcado por el contestador, pero ¿¿¿y los festivos??? De cachorro, usé mis encantos, pero ya estoy mayor para estas cosas. 

Cuando vivía laOdiosaPucca, la usaba a ella. La tenía entrenada, cada día a las ocho y media de la mañana, llevaba a cabo su famoso hocicocara que le suponía a ella un paseo y, a mí, comer (y librarme un rato de perro). Si alguna vez no funcionaba, yo aumentaba la apuesta, fastidiaba a la perra por casa para ver si ladraba, me perseguía o algo similar que solía acabar en catástrofe sobre la alfombra. ElqueNOsedejaARAÑAR enfadado y miEsclava madrugaba más por unos días. Molaba mi técnica, ¿verdad? 


"¿¿¿Y ahora??? Pobre Núvol, ¿cómo lo hace?" 

Tranquilos, pringados, soy una mente buena en técnicas de supervivencia. 

Lo intenté con plastaPeggy, pero no dio resultado, yo creo que no entiende mi idioma porque tampoco capta

lunes, 10 de febrero de 2014

Venid a verme: VII Campeonato de Pinchos y Tapas de Asturias #nosinmitrona


En mi sección "Venid a verme", hoy os quiero recomendar (y dar envidia) por un evento que se produce una vez al año: El Campeonato de Pinchos y Tapas. 

Previamente, ha habido uno de tortillas, también hay otro de pinchos en otoño para Gijón, y creo que en febrero llega el frixuelo. Un no parar, ¡vamos! Esto va muy bien para la dieta y el adelgace.

En mi largo título, he colocado un hashtag. La trona, ese elemento imprescindible en la casa con bebés y que parece casi imposible encontrar en los locales de hostelería. ¿Qué les cuesta? Resulta más cómodo para los papás y mamás y así le cogemos más cariño a ese local. Las hay portátiles, lo sé, pero no tenemos y ahora no quiero un trasto más...


¡A lo que íbamos! ¡¡¡Los pinchos!!! De las bases recojo información de interés:
  1. La tapa o pincho deberá tener un coste de venta al público entre 1,50€ - 2€. 
  2. Se recomienda que el precio de pincho + bebida de la marca patrocinadora no supere los 3,50€.

viernes, 7 de febrero de 2014

La función de Navidad

Lo que no se puede negar es que llevo el blog al día.

Hoy hablo del festival de Navidad de la escuela de laBebé; antes de verano quizá publicaré sobre el Antroxu (Carnaval asturiano).

El 19 de diciembre a las 3 de la tarde fuimos convocados los papás y mamás del cole (dos personas por bebé que aquello es pequeño) para actuación, merienda de turrones y entrega de carta al príncipe Aliatar. Allá fuimos tan contentos con nuestra cámara.

Un montón de padres en una clase esperando la entrada estelar. Sonaba el Burrito Sabanero; primero entraron niños mayores a pie. ¿Cómo lo harían laBebé y sus congéneres que no caminan? ¡Pues en burrito! Habían transformado cajas de plástico con ruedas (de esas para la ropa de los chinos) en carrozas con burro para transportar a nuestros churumbeles. Muy bonito y divertido.

LaBebé estuvo alucinada. De pie, junto a una compañera. Hasta que vio a suPapá y ya quiso estar en brazos. Otros compis ni actuaron ya que localizaron a los padres antes.

Después, merendó turrón de chocolate feliz y contenta. Y entregó su carta telepática, que no la había escrito porque es un poco perezosa...

Dejo unas pocas fotos y mi agradecimiento eterno a la escuelina y sus maestras que le ponen tanto cariño, ilusión y ganas a estas cosas para que los padres estemos felices y nuestros niños disfruten.

Pensad que todo esto lo preparan y hacen entre pipís, cacas, mocos, biberones, llantos, caídas, canciones, papilas, siestas... ¡Gracias, gracias y gracias!


Entrada estelar.





¡Anda! Se me ha olvidado escribir la carta...




Tú también te has manchado de chocolate, ¿no?


miércoles, 5 de febrero de 2014

El cinturón de Peggy

En nuestro coche, actualmente, el conductor es el chófer del resto. No sólo porque conduce (como ya he dicho), sino porque nadie le acompaña en el asiento del copiloto...

LaBebé va en el asiento de atrás (como es mandado), pero si hay otro adulto o ser vivo que acompañe, también debe hacerlo, ¿por qué? Ahora os cuento.

Pucca viajaba en mi Aygo en el asiento de atrás, estirada y con arnés y cinturón adaptado para perros como está recomendado. Sólo deben ir en maletero si éste tiene red o barrera que les impida el acceso a los asientos delanteros. Peggy también lo usa.

Os pongo en situación:

7:30 AM. 4 de enero. Barcelona. Coche cargado, laÀviayelAbuelo despidiéndose, también ha bajado el Yayo. Hoy volvemos a Gijón tras dos semanas de vacaciones navideñas.

Decido colocar a Peggy a los pies del asiento del copiloto ya que algún adulto irá detrás con laBebé hasta que se duerma. Le pongo arnés, cinturón y lo engancho.

Me toca conducir el primer tramo. ElPapá dice que mejor se coloca junto a mí. La niña ya se ha dormido. Se sienta en el asiento y se dispone a ponerse su cinturón. Intenta sacar el otro, no sale. Se ha atascado. Aprieta, lo intenta, se enfada. Paramos. Lo intento por las buenas, malas y regulares, nada.

Debe volver al asiento de atrás donde no se reclina el asiento y su siesta no va a ser tan buena.

Además el coche no detecta el cinturón y cree que no hay nada puesto por lo que si nota peso en el asiento del copiloto, pita sin parar, cada vez más rápido y fuerte. Una suerte.

ElPapá suelta juramentos en contra de mi amor por los perros y su seguridad.

lunes, 3 de febrero de 2014

Y se hizo el puzzle...


Esta historia empieza con un alemán engañando a unos cuantos incautos. Era invierno de 2011. Estábamos aburridos y resacosos los domingos y empezamos a ayudar a un amigo a hacer un puzzle que tenía hace tiempo. Tras un par de semanas, nos animamos y quisimos tener plan propio.

"¿Quieres formar parte del mayor proyecto del mundo?" Algo así decía el primer correo que nos envió. La tarea consistía en comprar un macropuzzle entre los amigos: 32000 piezas divididas en ocho partes de 4000 independientes entre ellas que se unirían como un único rompecabezas.

Y así empezó la historia, con un puzzle que llegó en carretilla a una fiesta de Navidad:

Papá Noel tenía una resaca preocupante, nada bueno podía venir de ahí.


Y cada uno se llevó su parte, yo escogí mi trozo con cierto cansancio fiestero y no me llevé el dibujo correspondiente a mi parte. Cosa que tuvo su gracia. Yo vivía en el Raval en un piso muy pequeño al que
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