jueves, 16 de marzo de 2017

Traslado a Madrid (2 de 2)

La última noche dormí sola en el piso. ElPapá ya estaba en Madrid y a los que quedaban en Gijón (Carmen y Núvol) los había llevado a casa de laAbuela.

Aquella tarde, habían venido amigos a.ayudarme a tirar y desmontar las últimas cosas: gracias. Fuisteis mis ángeles este tiempo.

Lloré de nervios, agobio y miedo. 35 semanas de embarazo en mi barriga y una nueva vida por afrontar.


Los de la mudanza se confundieron de casa y llegaron tarde, lo que retrasó nuestro inicio. Yo tenía un billete de tren para salir a las 6 de la tarde. Pasé muchos nervios hasta que me vi sentada y rodando.

Bajaron mi casa con una grúa (que no habiamos contratado y para la que no habían pedido permiso) por el balcón de la cocina. Lo primero que bajó fue la trona de Fajito que una amiga nos había prestado y, finalmente, nos regaló. Una alegoría en sí mismo.



Yo, sentada en el sofá, jugaba con el iPad mientras tres señores deshacían mi vida material.

Vista de la grúa y el camión en la calle peatonal de detrás de casa


Y yo, jugando al SimCity

Cuando laBebé salió del colegio, pasó a saludar con laAbuela porque yo quería que viera la casa vacía para que comprendiese que ya no era nuestro hogar. Unos días antes, yo había sacado las fotos y dibujos de su habitación y a ella le pareció fatal. Pobrecita: se puso muy triste. Pero esta vez entendió perfectamente que nuestra casa (lo que significa) se iba a otro lugar.

Ellos terminaron y se fueron,lo último que se llevaron fue el aspirador y la fregona con lo que yo había ido adecentando rincones.

El aspirador, mi bolso y bolsa de viaje; el iPad y lo que había que devolver (llaves y demás)


Pasé a ver a la niña y tomé un café con una amiga mientras me compraba un rico bocadillo de jamón para el viaje. Mis angelicalesamigos me llevaron a la estación y un empleado de RENFE me acompañó a mi asiento. Fueron cinco horas de lectura, tranquilidad, reflexión y descanso.

Al llegar a Madrid, elPapá me avisó que iba justo de tiempo porque había cogido un atasco, yo me quedé esperando fuera con mi bolso, mi bolsa y el bombo. Volví a llamar:

- ¿Dónde estás?
- Aquí al lado, no te veo.
- Recuerdas que llego a Chamartín, ¿verdad?
- ¡J****!

Estaba en Atocha.

Aquella noche dormimos en casa del amigo que lo había acogido el último mes y, por la mañana, nos fuimos a nuestra casa a recibir nuestros muebles.


Nosotros habíamos pensado que los niños dormirían en la habitación principal (la más grande y tipo suite), pero los caseros nos ofrecieron dejarnos una habitación infantil con cama baja y papel de pared rosa. Nuestra niña ya tenía habitación y asumiríamos la distribución tradicional de la casa.

La habitación rosa acogió la mayoría de cajas al llegar

Aquel mediodía comimos en un Burger King de cerca de casa (somos sanos y elegantes a tope); al volver, yo me quedé dormida en el sofá. Todo el cansancio salió de golpe.

A la semana, llegó laBebé y dos semanas más tarde, Fajito.

Aún no llevábamos un mes en Madrid cuando nació Hijo3.

Y así, llegó otro hashtag #lospuccossonfamilianumerosa

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