viernes, 5 de mayo de 2017

En AVE sola y con los tres (parte 2)

Pues sí: el 6 de abril volvimos a coger un AVE los cuatro que ya sabéis.

Una vez más, yo había solicitado ATENDO, pero al llegar a las oficinas ni entré. Había muchísima gente y las madres insensatas no somos prioridad, por lo que podíamos esperar en vano y aumentar nerviosismo por miedo a perder el tren.

Yo viajaba con carro y silla de paseo, en vez de con el gemelar por doble motivo: no sé si éste pasa por la puerta del tren y si llevo dos, tengo más probabilidades de poder dejar uno SIN doblar. Está muy bien mi plan, pero eso hace inviable que yo pueda llegar sola a ningún sitio. Dos carros y un adulto no son una operación posible.

El papá nos acompañó hasta el control de seguridad y allí se ofreció a ayudar la pasajera que iba detrás. Ella me acompañó hasta el control de mi tren. Allí colaboró otro pasajero hasta la puerta de mi vagón. Como equipaje, además, llevaba un trolley pequeño que arrastró laBebé y una bolsa tipo deporte.

Subí a los tres. Senté a los mayores en nuestros asientos y coloqué las maletas. Había un hueco bastante grande junto al guardamaletas donde dejé el carro.

Un minuto antes de la salida, llegó una chica con un carro. Allí me pidió que yo moviera el mío para que cupiesen los dos. ¡Por supuesto! Como ya podéis imaginar, los mayores ya no estaban sentados en su sitio... Sino, junto a mí, entorpeciendo facilitando toda actividad.

Junto a esa zona vacía, había dos asientos en los que había un chico sentado. Se levantó y nos dijo que esos asientos eran libres para quien los necesitara, que él los ocupaba para estar más cómodo, pero que nos los cedía ya que éramos prioritarias. Yo le dije cuáles eran los asientos que yo NO iba a ocupar. Y allí pasó el trayecto.

No fue un mal viaje, más allá de que Hijo3 no durmió nada, Fajito se escapaba constantemente y que les dio hambre, pero no comieron ni lo que les había llevado ni lo que compré en la cafetería...

Ocupamos el espacio de paso constantemente, pese a mis esfuerzos porque se apartaran. Pero los turistas norteamericanos con la pegatina de su touroperador pegada en el pecho, fueron muy comprensivos. Una señora, incluso, me vino a decir que yo era una gran madre (¡gracias!)

A la llegada, el mismo chico que se había sentado en nuestros asientos, me ayudó a bajar una maleta, pero nada más porque tenía mucha prisa. Fue un bonito gesto, pero también fue una estrategia para bajar antes, ya que yo era la más cercana a la puerta y hasta que mis cachivaches no empezasen a bajar, nadie podría abandonar el tren.

Una vez en Sants, nadie se ofreció a ayudar y a mí me dio vergüenza (a veces soy un poco monguer), así que arrastré como pude a mis hijos hasta el ascensor (con apoyo psicológico de la otra mamá) para poder alcanzar a mis padres y sentir que había vuelto a superar la prueba.

Distintos momentos de nuestro periplo


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Me encanta leer comentarios!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...