lunes, 26 de febrero de 2018

Piojos entre cajas de traslado

El gorro, la posición del chupete, la manga larga en agosto: ¡Gijón!
El 1 de agosto de 2015 y de 36 semanas de embarazo, los Puccos (laBebé, elPapá y yo) nos mudamos de casa en Gijón. De un lado de la calle al otro.

Como somos de natural tranquilos, decidimos ir a una quedada grupal de la escuelina. Era en la piscina de un camping donde íbamos a pasar el día. Lo pasamos genial. Llegó agotada. Al día siguiente fuimos a la playa y la llevamos directa a casa de la abuela para poder deshacer cajas de mudanza.

jueves, 22 de febrero de 2018

La escuela

Hoy una vecina me ha enviado las fechas y horas de visitas de jornada de puertas abiertas del colegio al que van sus hijos. Asistiremos un sábado por la mañana y será la segunda vez.

Nuestra primera jornada de puertas abiertas fue a la Escuelina de Gijón, cuando laBebé rozaba los cuatro o cinco meses y nos tocaba hacer la preinscripción. Fui con elPapá y éramos la única familia. La directora me preguntó si estaba embarazada y mi moral cayó por los suelos. Me pareció pequeña e incómoda, pero la solicitamos y fue la MEJOR decisión posible.

Allí nos sentimos acogidos y apoyados como familia, crecimos juntos. Fajito también fue alumno hasta que nos mudamos a la capital; y no preinscribí a Adrià porque me hice el test de embarazo un día más tarde de que se acabara el plazo.

El paso a la escuela de mayores fue sencillo: al colegio público más cercano a casa y en el que yo había trabajado durante dos años. Nos adjudicaron la plaza y después supimos que nos mudaríamos en otoño.


Ella empezó el colegio sin ningún amiguito en clase. Su padre y su abuela la acompañaron el primer día. Llevaba el mandilón/baby/bata que habíamos comprado una semana antes y habíamos encargado el nombre bordado. Fue de la mano hasta la puerta, allí se soltó y subió la escalera con su profesora nueva. Nosotros estábamos asustados. Yo sufría desde el primer día de clase de un 3º de Primaria en un colegio al otro extremo de la ciudad y sólo viví estos momentos por foto, whatsapp y llamada de teléfono.


Primer día en Gijón

lunes, 19 de febrero de 2018

AVE veraniego

¿Vas a viajar sola con los niños? Arréglate. A ti y a ellos. No es un detalle menor, aunque sí te parezca superficial. A nosotros, nos funciona.

Otro Puccaconsejo: ENVÍA EL EQUIPAJE. Una maravilla entre las cosas. Es un poco estresante por tener que hacer la maleta con 48 horas de antelación y ya tener que decidir con qué ropa se va a viajar y que dejas en casa para los días intermedios, pero después te olvidas. Ya no le añades más estrés a las horas previas, tus maletas ya están en destino (y sale más barato que facturar en un avión) y evitas arrastrar más bultos que a tus propios hijos que ya son suficiente.

Este verano volvíamos a enfrentarnos (los niños y yo) a la aventura de viajar solitos hacia nuestro veraneo playero mediterráneo. Y los vestí a juego, peiné, perfumé y yo me peiné un poco.


Como somos un desastre (yo), pedí un Cabify, pero no especifiqué cuántos (y variados) niños viajaban conmigo, así que la conductora no me llevó. Esperé a elPapá en una terraza para llegar a la estación en nuestro coche y con las sillas correspondientes.

A la llegada, sí hay sillas para todos.

En Atocha, comimos una hamburguesa (además, elegantes) con un calor terrible y ya pudimos acceder al tren con el carro gemelar. ¡Cabe! Las puertas de los trenes miden más de 63 centímetros (medida de ancho de nuestro Mountain Buggy Duet) así que pude entrar sin tener que soltar a Bollito por el suelo de ningún sitio. Entré, los coloqué en el asiento y plegué el carro.

En los trenes, no se paga billete (ni se ocupa asiento) hasta los cuatro años, así que sólo las chicas tenemos. Por eso paso poco tiempo sentada; además, no se suelen quedar muy quietos. Di una vuelta por el tren, en busca de los asientos de silla de ruedas (me dijo un interventor que si no están ocupados, las familias podemos usarlos y tienen más espacio) en los que había dos policías.
Al volver, Manel se sentó junto a Carmen y yo tenía a Adrià en la mochila portabebés. Estaba de pie, al final del vagón. Se me acercó un señor y me dijo que tenía mucho calor, que se sentía mareado y que si le dejaba sentarse en la maleta que yo tenía enfrente (que no era mía), le dije que sí y mientras movía a los niños para ofrecerle uno de los asientos, vi cómo perdía el conocimiento.
Me quedé de pie, aguantándole y dije en voz alta:
-Perdón, ¿alguien me puede ayudar?
Enseguida hubo varias personas que llegaron junto a mí. Lo movimos a la plataforma entre vagones, allí lo estiramos en el suelo y le levantamos las piernas. Llegó el interventor y la policía. Yo expliqué lo sucedido y me retiré. Seguía teniendo un niño colgando y dos más que una pasajera había llevado un poco más lejos del tumulto. No podía ayudar más.

Recuperó un poco la conciencia y lo llevaron a su asiento, viajaba solo. Pidieron un médico y bajó por su propio pie (ayudado) en Zaragoza, donde le esperaba una ambulancia. Espero que esté bien y sólo fuera un golpe de calor.


Nuestra llegada a la playa fue correcta y aquella noche mis hijos se bañaron en una fuente del paseo marítimo a ¿25 grados? Ante el disgusto de laÀvia por si cogían frío. La niña perdió una zapatilla.



viernes, 16 de febrero de 2018

Manel se pierde

Su primer viaje sentado en el autobús
Manel se pierde. Tengo que asumirlo. Es un pasota, él decide su camino-. Justo ayer, iba él por el Carrefour con una moto de juguete de exposición y decía "Pallá"; ante mi ataque de nervios con Carmen en otra moto y Adrià en el carro sin capacidad de reacción.

El rey de la velocidad al escapar

Salí con una contractura tal que pasé el resto de la tarde en casa, con ellos encerrados entre cuatro paredes.

Aquí me ausculta tras una taquicardia

Nuestra primera vez fue este verano pasado en Madrid, una tarde de junio en la que yo estaba parapetada en la salida del parque vallado y, de repente, él ya no estaba dentro. ¿Por qué? Pues porque saltó a través de un banco por el extremo opuesto. Carmen avistó una cosa blanca (el color de su camiseta) huyendo tras un perro a mucha distancia. Sí: era él.

Y este agosto, menos de una semana después de que la policía viniese a rescatarlo, llegamos a Gijón. Fuimos al parque de Begoña una soleada mañana de marea alta, allí estábamos los Puccos al completo. Carmen girando, Adrià en su carro y vestido a juego con Bollito, Manel. Yo le iba siguiendo por el parque, que ya me lo conozco, pero tampoco puedo maniobrar bien con el carro gemelar y no puedo dejar al pequeño constantemente abandonado...

Nos encontramos a unos conocidos y me despisté saludando. Y ya no estaba, no veía sus pies (había estado metido en una casita bajo el tobogán). Alerté a elPapá que no me creyó. Fui una vez, dos. Di un pequeño volteo; volví a decírselo al progenitor. Vuelta más grande: no está.

Cuando no se escapa, es adorable
Ahí ya se hizo cargo su padre, mientras yo recogía a Carmen y la arrejuntaba al bebé. Pedro ne hizo un gesto desde lejos de que no le veía; y que iba a dar una rodeo mayor.

En ese momento, mi marido tuvo una visión: el carrusel. Objeto atrayente que gira con bayos y otros amigos de nuestro Houdini. Y allí le encontró. En brazos del feriante, girando tan tranquilo. La policía local también estaba allí, avisados por los propietarios del tiovivo. Nos identificamos y le pudimos recoger.

Él habiá llegado hasta allí por su cuenta y riesgo y se había dispuesto a subir sin encomendarse a nadie (cosa que logró). Le pareció muy mal que yo le obligara a bajar. Pagué dos viajes más, que no le parecieron suficientes y saludamos a aquellos amables señores cada vez que pasamos por allí.

¿Qué he aprendido? Que existen mochilas con correa:

Y que su hermana lo conduce fenomenal


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