jueves, 18 de mayo de 2017

Ingreso en Neonatos 3 de octubre de 2015 - Meningitis vírica aséptica

Era un sábado normal, hacía Sol. Bañé a los niños por la mañana, los vestí y salí a la calle.

Me llamó mi suegra y se cruzó con nosotros, nos acompañó un ratito. Era la primera vez que yo salía sola con la niña en la plataforma, para el carro, que nos habían regalado los compis del trabajo de elPapá. Ella se bajó enseguida, pero caminaba a mi lado. Se paró frente a una tienda de caramelos y el dueño le regaló un anillo de chuche. Compramos una funda para mi móvil nuevo, él lloró. Me llamó un amigo y fuimos a buscar a elPapá.

Al día siguiente mi niño cumplía un mes. Ese sábado cumplía años laChicadelRamo.

Tomamos el vermú, yo dos (los primeros desde hacía más de un año). La niña estaba cansada, metí a Fajito en la mochila y a ella en el capazo a ver si dormía... Él estaba tranquilo. Fuimos hacia casa, venían dos amigos. Íbamos a comer lentejas. La niña se sentó en el sofá y yo me iba a sentar en un sillón y desaté al niño.

Lo noté caliente, él es cálido, pero percibí una diferencia. Fui a buscar un termómetro: 38,4 subía rápido, lo volví a poner. Lo comenté y uno de los amigos me trajo otro para que comprobara que era real. Sí, fiebre.

Un bebé menor de tres meses con fiebre es una visita a Urgencias asegurada y veloz. Nos fuimos elPapá y yo. La niña quedó con los amigos que la cuidaron muy bien y ella ya se quedó dormida en el sofá antes de que le pusieran la comida.

Llegamos al hospital, yo viajé en el asiento trasero con él. Lo envolví en una manta y entré. Rápidamente me dijeron que un niño con fiebre no se debe abrigar, pero aún tengo cosas de vieja y temí equivocarme y que me riñeran.

En triaje le volvieron a tomar la temperatura: 38,9.


Nos atendieron enseguida, lo exploraban mientras nos hacían muchas preguntas (tipo de parto, estreptococo, si la hermana estaba enferma).

Nos pasaron a un box a esperar. Vinieron varias veces a controlarlo. Nos avisaron que lo ingresarían. Le controlaron la frecuencia respiratoria, se le sacó sangre y orina.

Nos subió una celadora y nos llevó a pediatría, allí le dijeron que no, que nuestro niño iba a neonatos, misma planta, pero otra ubicación. Allí lo cogieron, pero no nos dejaron pasar. Nos dieron una bata y una taquilla.

Al poder entrar, nos explicaron que allí se iba con horario de visita. A la edad del nuestro, cada cuatro horas: a las 9, a la 1, a las 5 y a las 9 de la noche. Desde ahí, hasta el día siguiente.

Nos dijeron que podríamos ir a las 7 porque ya eran casi las seis, pero que ya después a las 9.

Bajamos a comer a la cafetería y yo salí a llamar a mi madre y lloré. Yo me iba a ir y le dejaría allí. Solo. Sin nosotros. Ella me decía que era lo mejor que podía ser porque allí lo cuidarían, pero que era comprensible mi tristeza. Estaba dejando un trozo de mí.

Al volver nos preguntaron por sus hábitos: cada cuánto comía, qué cantidad.

Nos fuimos a casa y yo volví a las 9. Pensábamos que sólo podía ir uno (y yo gané). Y sí podíamos ir

martes, 16 de mayo de 2017

En AVE sola con los tres (desenlace final)

Éste es el final de este viaje de da y vuelta vacacional de Semana Santa; no de mis andanzas solitarias por la alta velocidad.

Mi insensatez me hará seguir repitiendo. ¿Por qué? Por esto:

La playa, la familia, ver amigos, disfrutar del aire libre.


Ahora, permitidme un inciso literario: 

Elige tu propia aventura

Imagina que eres un adolescente de 18 años. Has pasado cuatro días en la casa de la playa de la familia y ahora vuelves a Madrid a estudiar. Vuelves solo porque tus padres se quedan dos días más y tus hermanas tampoco estarán...

Una vez puestos en situación, imagina que ese día por la mañana te envían a buscar pan para tu bocadillo del tren y, de paso, el periódico. En el quiosco, te encuentras un vecino. Es un señor agradable que siempre saluda. Ahora le acompaña un bebé en cochecito. Tú no te habías percatado ni de que existía el niño... Y eso que compartes patio de la comunidad.

El vecino te pregunta que cuándo vuelves y tú le explicas que hoy porque tienes que estudiar y blablabla. Él sonríe, entusiasmado, y te dice que vas a ir en el mismo tren que su hija (mamá de lo del cochecito) que viaja SOLA CON TRES NIÑOS. Te pide si podrás echarle una mano porque ella está preocupada por su llegada a Madrid.

Tus opciones (como adolescente):
  • a) Finges una enfermedad y decides quedarte en la casa de la playa con tus padres, pulsa aquí.

miércoles, 10 de mayo de 2017

La pareja del Burger King

La primera vez que les vi yo pasaba por delante de la cristalera de una hamburguesería y ellos estaban sentados en una de esas mesas que tienen banco.

Él le echaba el brazo por encima del hombro y ella echaba la cabeza hacia atrás en una carcajada. Frescura y felicidad. Dos ancianos enamorados que comían en el Burger King. Yo andaba gris, quizá enfadada o triste. Y sentí envidia. Sana. De ese instante de alegría y felicidad íntima percibido.

Pensé que serían una nueva relación: dos personas separadas o viudas que se habían encontrado y vivían su amor con muchas ganas. Me alegró pensar que esos enamoramientos no se acaban.
Los vi más veces. Después me di cuenta que comían allí todos los días. Siempre ocupan el mismo sitio y están felices y sonrientes.

Este verano me los crucé un día por la calle, yo iba embarazada con Peggy y los dos mayores, me pararon para preguntarme si eran míos y desearme suerte en la vida. No me conocían de nada. Ella me contó que también tenían tres hijos y supe que también debe tener alguna enfermedad que se lleva su memoria, pero está contenta y él le cuida. Llevan toda la vida juntos.

Los volví a ver la semana pasada, en nuestra visita a Gijón. Estaban en el mismo sitio de siempre. Sonreían, él la abrazaba.

No sé si tienen hijos, si les visitan o porqué comen allí todos los días. 

Sólo sé que se tienen el uno al otro y se hacen felices.

lunes, 8 de mayo de 2017

Feliz día de la Madre

Voy de tiendas y veo publicidad del Día de la Madre.

En todos sitios: ropa, zapatos, decoración, electrodomésticos, comida...

Y en Zara Home me he fijado en la foto. Una mujer en un campo de flores: sola, sonriente y con sombrero de paja. 

Y entonces me he visto reflejada en el espejo: con los tres (carro, patinete y a pie), un cubo de playa con tres peluches dentro, bolsas de haber comprado zapatos infantiles y una de una chaqueta para mí para cambiar a negra (esta mañana me he creído ser la de la foto y la he comprado beige), despeinada, ojerosa, cansada y un poco enfadada con ellos por no parar.

Estoy alejada de la imagen publicitaria, ¿quién se parece? Es difícil resumir una condición en una imagen; más aún cuando, menos mal, la hemos alejado de la señora con delantal...

¿Cómo me siento representada? Pues con la postal que me ha hecho Carmen en el colegio: la huella de su mano y un poema. Cuatro letras escritas desde su puño inexperto. Me emocioné. Es el primer regalo que recibo en este día.

Soy madre, de tres. Y muchas veces me siento desbordada, duermo poco, como mal y ha desaparecido una parte de mí.

¿Qué quiero en mi día? Tiempo. Para mí, para ellos y para mi pareja. Los planes y los sueños irán llegando.

Aunque también acepto flores, chocolate o unas Stan Smith.

viernes, 5 de mayo de 2017

En AVE sola y con los tres (parte 2)

Pues sí: el 6 de abril volvimos a coger un AVE los cuatro que ya sabéis.

Una vez más, yo había solicitado ATENDO, pero al llegar a las oficinas ni entré. Había muchísima gente y las madres insensatas no somos prioridad, por lo que podíamos esperar en vano y aumentar nerviosismo por miedo a perder el tren.

Yo viajaba con carro y silla de paseo, en vez de con el gemelar por doble motivo: no sé si éste pasa por la puerta del tren y si llevo dos, tengo más probabilidades de poder dejar uno SIN doblar. Está muy bien mi plan, pero eso hace inviable que yo pueda llegar sola a ningún sitio. Dos carros y un adulto no son una operación posible.

El papá nos acompañó hasta el control de seguridad y allí se ofreció a ayudar la pasajera que iba detrás. Ella me acompañó hasta el control de mi tren. Allí colaboró otro pasajero hasta la puerta de mi vagón. Como equipaje, además, llevaba un trolley pequeño que arrastró laBebé y una bolsa tipo deporte.

Subí a los tres. Senté a los mayores en nuestros asientos y coloqué las maletas. Había un hueco bastante grande junto al guardamaletas donde dejé el carro.

Un minuto antes de la salida, llegó una chica con un carro. Allí me pidió que yo moviera el mío para que cupiesen los dos. ¡Por supuesto! Como ya podéis imaginar, los mayores ya no estaban sentados en su sitio... Sino, junto a mí, entorpeciendo facilitando toda actividad.

Junto a esa zona vacía, había dos asientos en los que había un chico sentado. Se levantó y nos dijo que esos asientos eran libres para quien los necesitara, que él los ocupaba para estar más cómodo, pero que nos los cedía ya que éramos prioritarias. Yo le dije cuáles eran los asientos que yo NO iba a ocupar. Y allí pasó el trayecto.

No fue un mal viaje, más allá de que Hijo3 no durmió nada, Fajito se escapaba constantemente y que les dio hambre, pero no comieron ni lo que les había llevado ni lo que compré en la cafetería...

Ocupamos el espacio de paso constantemente, pese a mis esfuerzos porque se apartaran. Pero los turistas norteamericanos con la pegatina de su touroperador pegada en el pecho, fueron muy comprensivos. Una señora, incluso, me vino a decir que yo era una gran madre (¡gracias!)

A la llegada, el mismo chico que se había sentado en nuestros asientos, me ayudó a bajar una maleta, pero nada más porque tenía mucha prisa. Fue un bonito gesto, pero también fue una estrategia para bajar antes, ya que yo era la más cercana a la puerta y hasta que mis cachivaches no empezasen a bajar, nadie podría abandonar el tren.

Una vez en Sants, nadie se ofreció a ayudar y a mí me dio vergüenza (a veces soy un poco monguer), así que arrastré como pude a mis hijos hasta el ascensor (con apoyo psicológico de la otra mamá) para poder alcanzar a mis padres y sentir que había vuelto a superar la prueba.

Distintos momentos de nuestro periplo


martes, 2 de mayo de 2017

Fajito no dice Mamá

Comparar a los hijos​ es lo que no se debe hacer y lo que sí se hace. No me compararé con otras madres, pero yo sí lo hago: lo de comparar a mis hijos.

La cuestión es que Carmen habló bastante pronto (y aún no ha parado) y lo hizo TAN BIEN que su primera palabra fue "Mamá", aunque la usase para referirse a cualquier cosa, fue afinando y yo estaba encantada. Tenía 8 meses.

Manel, no.

A los 11 meses aquello ya era un clamor (para mí) y ya convencí a unas niñas para que se lo fueran repitiendo. Cada vez que lo veían: playa, parque, paseo... Lo normal. Mi padre también se hizo voluntario y le repetía "Ma-ma-ma-ma".

Y la presión no funcionó.

Yo también aportaba mi granito y le repetía "Ma-má gua-pa".

Una tarde, jugando con la arena, lo dijo. Yo me emocioné y él no lo repitió más.

La verdad es que, a día de hoy, tiene poco vocabulario, pero mucha capacidad comunicativa: su dedo señalador le proporciona lo que no alcanza por sí mismo...


Si quiere un cuento, te persigue para que se lo expliques; si quiere comer te lleva a la nevera y se pone un babero; si quiere salir golpea la puerta o se sienta en el carro...


La primera palabra fue avua (agua) y en diciembre empezó a decir Aià (Adrià); también dice no, , Úu (Núvol), y algo que suena a ota/eta para pedir sus pasiones: galleta, pelota, croqueta o bicicleta.
Hace más de un mes que dice Papá y he descubierto que a Carmen la llama Ape.

Otra de sus palabras favoritas es Caca y ya avisa "antes de", pero se niega a ser sentado en el WC.

Pete o petin es chupete y aquí sirve para todo como apoyo a su dedo señalador; esta Semana Santa la ha usado para todo haciendo moverse a familiares a su gusto... 

Obviamente dice Oa (Hola) y Diosh (adiós) aunque menos, apoyado por su grácil movimiento a modo de saludo de mano gordita.

En Altafulla dijo algo parecido a Àvia y llamaba al Ballo por el caballo al que dábamos de comer por las tardes.

En su cole hacen inglés y algunos días señala y dice dis (this) y ahora también usa plis (please) para pedir cosas.

Lo que más le gusta son las onomatopeyas y le encanta señalar dibujos de animales para que yo le haga el ruido. Hace un gesto de garra para los animales fieros y el día que fuimos al Zoo, estuvo encantado. He complementado enseñándole a golpearse el pecho a lo King Kong cuando vemos el cuento de un gorila y ahora lo usa con todos los monos.


Sé que algún día me llamará y yo me arrepentiré de haberlo deseado porque no parará.

Por ahora, mi consuelo es que cuando le digo "Mamá", él me contesta Apa (guapa).



ACTUALIZACIÓN: ME COMPLACE COMUNICAR QUE EL 12 DE MAYO DE 2017, MIENTRAS YO ESTABA EN EL BAÑO, ÉL ME LLAMÓ "MAMÁ" Y ME TRAJO UNA PELOTA.
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